“No tenemos comunicación. No tenemos walkie-talkies. Nada”, dice un soldado ruso desaliñado a sus interrogadores en un video publicado por defensores ucranianos este mes y subido a YouTube.
Apenas tres semanas después de la guerra, tales declaraciones, junto con charlas interceptadas, equipos capturados e imágenes de transceptores portátiles baratos, sugieren que la incapacidad para comunicarse, hacia arriba y hacia abajo, en la cadena de mando y entre las ramas del ejército ruso – está obstaculizando los planes de guerra de Moscú.
Y aunque las fortunas militares pueden cambiar rápidamente, incluso en ofensivas importantes como la lanzada por el presidente ruso Vladimir Putin el 24 de febrero para “desmilitarizar” y someter a Ucrania, muchos expertos militares occidentales sugieren que el Kremlin y sus planificadores estropearon aspectos clave de las primeras semanas de la invasión.
La guerra de cinco días de Rusia en Georgia en agosto de 2008, sobre dos regiones georgianas separatistas que Moscú ha ocupado desde entonces, puso al descubierto algunos de los problemas de campo de batalla más apremiantes de las fuerzas armadas rusas: las comunicaciones tácticas.
Algunas unidades no pudieron comunicarse con la estructura de mando. Se utilizaron teléfonos móviles e incluso “ correo de mensajería ” en lugar de radios militares. Y en un ejemplo extremo, un oficial de la fuerza aérea voló en helicóptero para dar órdenes personalmente.
Un subjefe del Estado Mayor de Rusia, Yevgeny Meychik, respondió en 2009 con un anuncio de que, bajo las órdenes del entonces presidente de Rusia, Dmitry Medvedev, el Ministerio de Defensa revisaría a fondo su enfoque del sistema militar de comando y control: “y particularmente los sistemas de comunicaciones”.
Prometió que “para fines de 2011, planeamos llevar una estación de radio a cada militar, a cada vehículo de combate”.
Pero mientras que el plan de Meychik presuponía el uso del principal sistema de radio del ejército de nivel táctico en ese momento, conocido como Akveduk, el Ministerio de Defensa optó por continuar con el desarrollo de un sistema completamente nuevo de sexta generación que se conoció como Azart. Un fabricante advenedizo, Angstrem, uno de cuyos propietarios había sido asesor de Medvedev, fue elegido para el proyecto.
A principios de 2012, alardeando de que Rusia había empleado el concepto de la OTAN de “lecciones aprendidas”, el viceprimer ministro Dmitry Rogozin apareció con uno de los teléfonos Azart y declaró: “¡Esta conexión funciona!”.
Siguieron años de promesas y muchos plazos incumplidos para entregar los teléfonos, apodados “cocodrilos verdes” por las tropas debido a sus antenas de medio metro de largo, a pesar de su uso en los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014.